¿Cómo funciona el estrés?
Cuando tu organismo entra en la respuesta de estrés, se produce un proceso neurológico en el que se activan las vías nerviosas simpáticas. Son estas vías las que desencadenan la respuesta de lucha o huida. El sistema nervioso simpático necesita adrenalina para provocar:
- Aceleración del latido del corazón
- Aumento de la presión arterial
- Aumento de la frecuencia respiratoria
- Constricción de las pupilas
- Mayor absorción de azúcares por los músculos (energía extra)
- Aumento de la permeabilidad intestinal (para que puedan absorber muchos nutrientes)
- Activación de la respuesta inmunitaria (cuando el enemigo es un germen o te haces daño durante la situación de peligro)
Todas estas reacciones corporales te otorgan literalmente la capacidad de enfrentarte al enemigo o huir de él.
Cuando se activa el sistema simpático, se produce una respuesta hormonal regulada por el eje HHS (eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal), que involucra a las glándulas suprarrenales y a dos glándulas del cerebro: el hipotálamo y la hipófisis (glándula pituitaria). El hipotálamo ordena a la hipófisis que produzca, entre otras cosas, adrenalina. La hipófisis estimula las glándulas suprarrenales para que produzcan cortisol, la hormona del estrés.
El cortisol proporciona:
- Vuelta a la tranquilidad tras resolverse una situación de peligro
- Aumento del azúcar en sangre para aportar energía en la recuperación
- Inhibe la inflamación y pone fin a la respuesta inmunitaria
El sistema simpático (adrenalina) y suprarrenal (cortisol) se encargan en conjunto de coordinar la respuesta al estrés. La adrenalina inicia la respuesta de lucha o huida y activa las células inmunitarias, mientras que el cortisol garantiza que la respuesta de lucha y huida reciba suficiente combustible y que la respuesta de estrés, acompañada de la respuesta inmunitaria, se detenga de nuevo.
La interacción de la adrenalina y el cortisol asegura que cada respuesta sea precisa y se ajuste a la realidad. De este modo, no se producirán reacciones exageradas y la reacción de estrés no durará más de la cuenta. En circunstancias normales, una respuesta de estrés termina en tres días. El estrés prolongado puede causar diferentes problemas.
¿Qué es el estrés crónico?
Si existe una amenaza constante de peligro, la respuesta de estrés se mantiene siempre activa. En este caso, las glándulas suprarrenales producen cortisol de forma constante, lo que puede reducir la sensibilidad del organismo a esta hormona. A esto se le conoce como resistencia al cortisol. En otras palabras: el organismo ya no responde al intento de poner fin a la respuesta de estrés y el sistema simpático sigue produciendo adrenalina.
¿Cuáles son los síntomas del estrés crónico?
El estrés crónico se puede identificar por:
- Dificultad para conciliar el sueño por la noche y para despertarse por la mañana
- Disminución de la capacidad de concentración y pérdida de memoria/niebla cerebral
- Inflamaciones duraderas y a menudo latentes (garganta, vejiga, tendones, etc)
- Niveles de cortisol elevados al hacer una prueba de saliva
Si las señales de peligro se prolongan más en el tiempo y la respuesta de estrés persiste, las glándulas suprarrenales acabarán siendo incapaces de producir suficiente cortisol A esto se le conoce como déficit de cortisol, algo que puede desembocar en un agotamiento o burnout que dificulte incluso la ejecución de las tareas cotidianas.
Los síntomas agotamiento o burnout son:
- Fatiga
- Menor capacidad de concentración y mala memoria
- Sueño intranquilo
- Irritabilidad
- Dificultad a la hora de hacer frente a las multitudes y al ruido
- Llorar con facilidad
- Inquietud excesiva
- Sensación de ansiedad o nerviosismo
¿Qué tan perjudicial puede ser el estrés para nuestro organismo?
El estrés crónico puede provocar todo tipo de problemas físicos y mentales, incluidos los siguientes síntomas de estrés:
- Problemas intestinales
- Acidez estomacal (demasiada o muy poca)
- Enfermedades cardiovasculares
- Trastornos del sueño y del estado de ánimo
- Problemas hormonales
- Inflamación crónica
- Mayor susceptibilidad al estrés
- Reacción exagerada ante el estrés