¿Qué es el estrés y qué consecuencias tiene para tu cuerpo?

Tiempo de lectura (minutos): 6

Contenido

  1. ¿Qué es el estrés?
  2. ¿Qué consecuencias tiene el estrés?
  3. ¿Cómo funciona el estrés?
  4. El cortisol proporciona
  5. ¿Qué es el estrés crónico?
  6. ¿Cuáles son los síntomas del estrés crónico?
  7. ¿Qué tan perjudicial puede ser el estrés para nuestro organismo?
  8. Conclusión

¿Qué es el estrés?

Tu cerebro está programado para una única función: la supervivencia. Este comprueba constantemente si estás a salvo y, en cuanto percibe una señal de peligro, tu sistema de respuesta de estrés se activa. La respuesta al estrés tiene como objetivo mantenerte a salvo y prepararte para enfrentarte al peligro, ya sea luchando o huyendo. Es por ello que a la respuesta de estrés también la llamamos respuesta de lucha o huida. 

¿Qué consecuencias tiene el estrés?

El estrés viene provocado, por tanto, por señales que el cerebro percibe como un peligro. Entre las amenazas que pueden desencadenar la respuesta al estrés se incluyen: 

  • Un enemigo en concreto 
  • Un germen o agente patógeno (infección bacteriana o vírica, parásitos, etc.) 
  • Una toxina o sustancia peligrosa La soledad (falta de protección de otros) Déficit de sueño
  • La ausencia de tu madre o padre durante tu infancia (física o emocionalmente)
  • La pérdida de control sobre una situación 
  • Las situaciones que no entiendes

Todas estas circunstancias provocan una respuesta de estrés porque ponen en riesgo tu bienestar. No es de extrañar que hoy en día tanta gente sufra de estrés crónico. Una agenda apretada o un conflicto familiar ya pueden hacer que la reacción al estrés se prolongue demasiado.


¿Cómo funciona el estrés?

Cuando tu organismo entra en la respuesta de estrés, se produce un proceso neurológico en el que se activan las vías nerviosas simpáticas. Son estas vías las que desencadenan la respuesta de lucha o huida. El sistema nervioso simpático necesita adrenalina para provocar:

  • Aceleración del latido del corazón
  • Aumento de la presión arterial
  • Aumento de la frecuencia respiratoria
  • Constricción de las pupilas
  • Mayor absorción de azúcares por los músculos (energía extra)
  • Aumento de la permeabilidad intestinal (para que puedan absorber muchos nutrientes)
  • Activación de la respuesta inmunitaria (cuando el enemigo es un germen o te haces daño durante la situación de peligro)

Todas estas reacciones corporales te otorgan literalmente la capacidad de enfrentarte al enemigo o huir de él. 

Cuando se activa el sistema simpático, se produce una respuesta hormonal regulada por el eje HHS (eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal), que involucra a las glándulas suprarrenales y a dos glándulas del cerebro: el hipotálamo y la hipófisis (glándula pituitaria). El hipotálamo ordena a la hipófisis que produzca, entre otras cosas, adrenalina. La hipófisis estimula las glándulas suprarrenales para que produzcan cortisol, la hormona del estrés.

El cortisol proporciona:

  • Vuelta a la tranquilidad tras resolverse una situación de peligro
  • Aumento del azúcar en sangre para aportar energía en la recuperación
  • Inhibe la inflamación y pone fin a la respuesta inmunitaria

El sistema simpático (adrenalina) y suprarrenal (cortisol) se encargan en conjunto de coordinar la respuesta al estrés. La adrenalina inicia la respuesta de lucha o huida y activa las células inmunitarias, mientras que el cortisol garantiza que la respuesta de lucha y huida reciba suficiente combustible y que la respuesta de estrés, acompañada de la respuesta inmunitaria, se detenga de nuevo.

La interacción de la adrenalina y el cortisol asegura que cada respuesta sea precisa y se ajuste a la realidad. De este modo, no se producirán reacciones exageradas y la reacción de estrés no durará más de la cuenta. En circunstancias normales, una respuesta de estrés termina en tres días. El estrés prolongado puede causar diferentes problemas.

¿Qué es el estrés crónico?

Si existe una amenaza constante de peligro, la respuesta de estrés se mantiene siempre activa. En este caso, las glándulas suprarrenales producen cortisol de forma constante, lo que puede reducir la sensibilidad del organismo a esta hormona. A esto se le conoce como resistencia al cortisol. En otras palabras: el organismo ya no responde al intento de poner fin a la respuesta de estrés y el sistema simpático sigue produciendo adrenalina.

¿Cuáles son los síntomas del estrés crónico?

El estrés crónico se puede identificar por:

  • Dificultad para conciliar el sueño por la noche y para despertarse por la mañana
  • Disminución de la capacidad de concentración y pérdida de memoria/niebla cerebral
  • Inflamaciones duraderas y a menudo latentes (garganta, vejiga, tendones, etc)
  • Niveles de cortisol elevados al hacer una prueba de saliva

Si las señales de peligro se prolongan más en el tiempo y la respuesta de estrés persiste, las glándulas suprarrenales acabarán siendo incapaces de producir suficiente cortisol A esto se le conoce como déficit de cortisol, algo que puede desembocar en un agotamiento o burnout que dificulte incluso la ejecución de las tareas cotidianas.

Los síntomas agotamiento o burnout son:

  • Fatiga
  • Menor capacidad de concentración y mala memoria
  • Sueño intranquilo
  • Irritabilidad
  • Dificultad a la hora de hacer frente a las multitudes y al ruido
  • Llorar con facilidad
  • Inquietud excesiva
  • Sensación de ansiedad o nerviosismo

¿Qué tan perjudicial puede ser el estrés para nuestro organismo?

El estrés crónico puede provocar todo tipo de problemas físicos y mentales, incluidos los siguientes síntomas de estrés:
  • Problemas intestinales
  • Acidez estomacal (demasiada o muy poca)
  • Enfermedades cardiovasculares
  • Trastornos del sueño y del estado de ánimo
  • Problemas hormonales
  • Inflamación crónica
  • Mayor susceptibilidad al estrés
  • Reacción exagerada ante el estrés


Conclusión

La respuesta de lucha o huida fue de gran utilidad para nuestros antepasados: si te encontrabas cara a cara con un enemigo, era el momento de luchar. Sin embargo, en la sociedad occidental de hoy en día, esta misma reacción ante una agenda apretada no nos sirve de nada. Cuanto más tiempo dura el estrés, más sensible te vuelves a él, lo que no hace más que aumentarlo. Por tanto, este sistema que solo pretende proteger, en realidad puede resultar perjudicial para la salud en el entorno de vida actual. ¿Te gustaría saber cuál es la mejor manera de combatir el estrés? Echa un vistazo a nuestros 10 consejos prácticos para evitar el estrés.



Fuentes

  1. Dechent et al. (2012). Magnesium basics. Clin Kidney J. 5(Suppl 1): i3–i14. doi: 10.1093/ndtplus/sfr163
  2. Gezondheidsraad (2018). Kernadvies Voedingsnormen voor vitamines en mineralen voor volwassenen. Geraadpleegd van: https://www.gezondheidsraad.nl/documenten/adviezen/2018/09/18/gezondheidsraad-herziet-voedingsnormen-voor-volwassenen
  3. Guo et al. (2016). Magnesium deficiency in plants: An urgent problem. The Crop Journal. (4)2, 83-91 https://doi.org/10.1016/j.cj.2015.11.003
  4. Nielsen (2017). Magnesium: Basic Nutritional Aspects Molecular. Genetic, and Nutritional Aspects of Major and Trace Minerals [Boek]. https://doi.org/10.1016/B978-0-12-802168-2.00025-7
  5. Marier (1986). Magnesium content of the food supply in the modern-day world. Magnesium. 1986;5(1):1-8. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3515057
  6. Razzaque et al. (2018). Magnesium: Are We Consuming Enough? Nutrients. 10(12): 1863. Doi: 10.3390/nu10121863
  7. Schuchardt et al. (2017). Intestinal Absorption and Factors Influencing Bioavailability of Magnesium-An Update. Current Nutrition and Food Science 13(4): 260–278. Doi: 10.2174/1573401313666170427162740.
  8. Spencer H et al. (1991). Inhibitory effects of zinc on magnesium balance and magnesium absorption in man. J Am Coll Nutr. 1994;13(5):479-484.
  9. Tanoi et al. (2015). Leaf Senescence by Magnesium Deficiency. Plants (Basel). 4(4): 756–772. doi: 10.3390/plants4040756
  10. Thomas (2007). The mineral depletion of foods available to us as a nation (1940-2002)--a review of the 6th Edition of McCance and Widdowson. Nutr Health. 2007;19(1-2):21-55. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18309763/
  11. Van Rossum et al. (2011). Dutch National Food Consumption Survey 2007-2010. [Rapport]. Geraadpleegd van: https://www.rivm.nl/bibliotheek/rapporten/350050006.pdf
  12. Eaton et al. (2000). Paleolithic vs. Modern Diets--Selected Pathophysiological Implications. European Journal of Nutrition. 39(2): 67–70. Doi:10.1007/s003940070032.
  13. Vormann. (2003). Magnesium: Nutrition and Metabolism. Molecular Aspects of Medicine. 24(1–3): 27–37. Doi:10.1016/S0098-2997(02)00089-4.
  14. Workinger (2018). Challenges in the Diagnosis of Magnesium Status. Nutrients. 10(9): 1202. Doi: 10.3390/nu10091202
  15. Kikunaga, at al. (1995). Correlation between the Bioavailability of Magnesium, Other Minerals and Oxalic Acid in Spinach. 46(1): 7.